Propaganda

martes, 3 de mayo de 2011

Un último regalo - Parte II

- ¡Estamos llegando tarde!, apurate Ale -dijo Andrea cansada de tener que arrastrarlo-
-Ya va, ya va, sabés que no quiero venir a estas cosas, me ponen mal...- sentenció el muchacho-
Ale era uno de los clientes de Paco's. Uno de los mejores en verdad, iba a desayunar todos los días antes de ir a la facultad y a la hora del crepúsculo se pasaba por el bar. Gabriel siempre le convidaba una medida de su Ron preferido.
La señora se mostraba contenta de que haya ido. Siempre discutía con su marido asegurando que en ese ambiente nunca iba a poder hacer amistades. Él le aseguraba que se equivocaba (aunque había omitido un par de cosas, al muchacho no lo conoció ahí precisamente ) siempre decía que de hasta el más misero lugar, algo bueno se podía sacar.
-¡Puf!
- ¡Ya estás haciendo desastre borrracho! - dijo Alejandro a viva voz.
-¡Callate, ñoño! ¡Me choqué porque está todo en el camino!
-Excusas, excusas- le respondió a Javier con un aire de superioridad.
La gente se había volteado para ver lo que estaba originando ese pequeño alboroto, pero segundos más tarde, todos volvieron a sus asuntos. Todo se volvió a teñir de gris.
- Si el viejo viera esto, moriría devuelta de la depresión... afirmó Javier.
- Sí, la verdad... Esto no es lo que él hubiese deseado, estoy seguro...
Transcurrían los minutos. Parecían eternidades. Seguían llegando amigos, compañeros y...
Alrededor de las cinco de la tarde llega el Padre José, el cura de la parroquia a la que asistía religiosamente Marta. La llegada de José trajo muchos murmullos, ya que Gabriel no era creyente...
Los dos muchachos se decían por lo bajo...
- Esta mujer no para de hacer cosas que el viejo no querría...
- La verdad que me da una pena inmensa que no se respeten las voluntades de los muertos... - dijo Andrea cabizbaja.
El reloj marcó las seis y una voz exclamó.
-Por favor, les pido que hagan silencio que José va a dar unas palabras para Gabriel - informó Marta.
Como había sucedido instantes atrás, los murmullos coparon el lugar. Los típicos "sh sh" apasiguaron a la gente molesta y todo continuó con normalidad. ¿Normalidad...?
-Que odio que tengo- dijo el estudiante al aire.
-Shhh- le dice Andrea pegándole en la pierna.
-¡Ay!- gritó.
La gente se volteó para ver de donde venía el grito. Todos miraron como se masajeaba la pierna Alejandro pero enseguida se encaminaron al frente de la sala donde estaba el cajón con el difunto.
El cura camina hasta quedar frente al cajón. Todo el mundo fijó la vista hacia el lugar. Se preparaban a escuchar.

 Pero lo que no sabían es que algo sumamente inesperado estaba apunto de suceder...


 
Nota de Autor: Bueno acá va la segunda parte de esta historia, sepan disculpar la lentitud pero recién hoy terminé de rendir.
Con respecto a la historia, quiero dejar por escrito que el tema tocado del cura no es nada relevante, quiero decir que de esta historia no va a un "creé en dios" o un "no creas en dios", es nada más un personaje. Va a tener seis partes, espero que las disfruten leyendo tanto como yo haciéndola.   
Aquellos interesados en seguirme en twitter @AleColautti es mi usuario. Abrazo a todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario